Vistas de página en total

lunes, 18 de abril de 2016

Tácticas no convencionales
… no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos (v. 12).

Lectura: 2 Crónicas 20:1-13
La biblia en un año: Lucas 14:25-35
En 1980, en la Maratón de Boston, una mujer subió al metro. No tenía nada de raro, excepto por un pequeño detalle: ¡se suponía que estaba corriendo la carrera! Más tarde, algunos la vieron volver a correr cuando faltaba menos de un kilómetro para la llegada. Terminó delante de todas las otras mujeres y, extrañamente, ni siquiera estaba cansada ni muy transpirada. Por un rato, pareció ser la ganadora.
Hace mucho, un pueblo que perdía una batalla encontró una manera más honrosa de ganar. Cuando algunos mensajeros le dijeron al rey Josafat: «Contra ti viene una gran multitud» (2 Crónicas 20:2-3), se aterrorizó; pero, en vez de recurrir a sus habituales tácticas militares, buscó a Dios. Reconoció su supremacía, y le confesó su miedo y confusión: «no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos» (v. 12). El resultado fue asombroso. Sus enemigos se pelearon entre sí (vv. 22-24) y, al final: «el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes» (v. 30).
La vida puede tendernos una emboscada mediante desafíos asombrosos. Sin embargo, los miedos e incertidumbres nos dan la oportunidad de recurrir a nuestro Dios todopoderoso. Él se especializa en lo no convencional.
— Tim Gustafson

lunes, 11 de abril de 2016

¿Para quién trabajo?
… ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien?… (v. 8).

Lectura: Eclesiastés 4:4-16
La biblia en un año: Lucas 11:1-28
Enrique trabajaba 70 horas por semana. Le encantaba su trabajo y llevaba a casa un sueldo considerable para proveer cosas buenas a su familia. Siempre planeaba trabajar menos, pero no lo hacía. Una noche, llegó con una noticia excelente: lo habían ascendido a la posición más importante de la compañía… pero no había nadie en la casa. Sus hijos ya eran adultos y vivían en otra parte, su esposa estaba dedicada a su propia profesión, y, ahora, la casa estaba vacía. No tenía con quién compartir su buena noticia.
Salomón escribió sobre la necesidad de mantener un equilibrio entre la vida y el trabajo: «El necio se cruza de brazos, y acaba por destruirse a sí mismo» (Eclesiastés 4:5 RVC). No queremos llegar al extremo de ser holgazanes, pero tampoco deseamos caer en la trampa de ser un trabajólico. «Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu» (v. 6); en otras palabras, es mejor tener menos y disfrutar más. Es necio sacrificar las relaciones interpersonales en el altar del éxito. Los logros son efímeros, pero las personas son las que hacen la vida significativa, gratificante y placentera (vv. 7-12).
Si administramos el tiempo sabiamente, podemos aprender a trabajar para vivir en lugar de vivir para trabajar.
— Poh Fang Chia