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martes, 29 de noviembre de 2016

Anhelo de llegar a casa
… ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial… (v. 16 RVC).

Lectura: Hebreos 11:8-16
Mi esposa entró en el cuarto y me encontró con la cabeza metida dentro del gabinete del reloj de nuestro abuelo. «¿Qué estás haciendo?», preguntó. «Este reloj huele igual que la casa de mis padres —contesté avergonzado mientras cerraba la puerta—. Supongo que se podría decir que estaba yendo un rato a casa».
El olfato puede evocar recuerdos intensos. Hacía casi 20 años que habíamos llevado el reloj al otro lado del país desde la casa de mis padres, pero el aroma de la madera en el interior todavía me llevaba de regreso a mi niñez.
El escritor de Hebreos habla de otras personas que anhelaban una casa, pero de una manera distinta. En vez de mirar hacia atrás, veían con fe a su futuro hogar celestial. Aunque lo que esperaban parecía lejano, confiaban en la fidelidad de Dios a su promesa de llevarlos a un lugar donde estarían con Él siempre (Hebreos 11:13-16).
Filipenses 3:20 nos recuerda que «nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo». Mirar hacia adelante para ver a Jesús y recibir todo lo que Dios nos ha prometido nos ayuda a mantenernos enfocados. ¡Ni el pasado ni el presente pueden compararse con lo que está por delante!
— jb

lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Qué harás tú?
La muerte y la vida están en poder de la lengua… (Proverbios 18:21).

Lectura: Efesios 4:25-32
Emilia escuchaba mientras unos amigos hablaban de sus costumbres para la fiesta de Acción de Gracias. Uno explicó: «Uno por uno, decimos por qué estamos agradecidos». Otro mencionó: «Aunque mi padre tenía demencia senil, su oración de gratitud al Señor era clara». Y otro compartió: «Nosotros cantamos juntos, ¡y mi abuela nunca para de cantar!». Emilia sintió celos y tristeza al pensar en su familia, y se quejó: «Nuestra costumbre es comer, mirar televisión y no mencionar a Dios ni dar gracias por nada».
En ese momento, se sintió mal por su actitud y se preguntó: Tú eres parte de esa familia. ¿Qué te gustaría hacer para cambiar ese día? Entonces, decidió decirle a cada uno que daba gracias al Señor porque eran su hermana, sobrina, hermano o sobrina nieta. Llegó el día y así lo hizo, y todos se sintieron amados. Fue difícil porque no era habitual conversar así en familia, pero se sintió muy feliz de decirles que los amaba.
El apóstol Pablo escribió: «No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan (Efesios 4:29 LBLA). Nuestras palabras de agradecimiento pueden recordarles a otros cuánto valen para nosotros y para Dios.
— Anne Cetas

Nos visitan Sarita y Jody  dos belezas de Holanda en su estancia en Jaén como alumnas "Erasmus"

Sara pone la medalla a su padre en el encuentro ciclista de Castillo de Locubin


Celebración en Linares del 499 aniversario de la Reforma

miércoles, 16 de noviembre de 2016

¿Le intereso a alguien?
… [Jesucristo] se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo… (Filipenses 2:7).

Lectura: Eclesiastés 1:1-11
Mientras espero para pagar en el supermercado, miro alrededor y veo jóvenes con la cabeza afeitada y anillos en la nariz buscando patatas fritas embolsadas; un joven profesional comprando carne, espárragos y patatas; y una anciana observando los duraznos y las fresas. Me pregunto: ¿Conoce Dios el nombre de todas estas personas? ¿Realmente le interesan?
El Creador de todas las cosas lo es también de cada ser humano, y todos somos dignos de su amor y atención. Dios demostró ese amor en persona sobre las onduladas colinas de Israel y, al final, en la cruz.
Cuando Jesús visitó la Tierra como siervo, demostró que la mano de Dios no es demasiado grande para la persona más pequeña de este mundo. En esa mano, no solo nuestros nombres están grabados, sino también las heridas del precio que pagó por amarnos tanto.
Cuando siento lástima de mí mismo o me abruma la angustia de la soledad —emociones bien descritas en los libros de Job y Eclesiastés—, leo los Evangelios, que relatan las historias y las obras de Jesús. Si pienso que a Dios no le interesa mi existencia «debajo del sol» (Eclesiastés 1:3), estoy contradiciendo una de las principales razones por las que Jesús vino a la Tierra. Él es la respuesta a mi cuestionamiento: ¿Le intereso a alguien?
— Philip Yancey
Retiro en Priego de Córdoba, en el centro Monte Olivos, las iglesias de Torredonjimeno que se reúnen en avenida Cristóbal Colón  y Córdoba que se reúnen en calle Laurel
Nuestro homenaje a los que no están.
Hombre 12
… corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (12:1).

Lectura: Hebreos 11:32–12:3
La Biblia en un año: Hebreos 11:20-40
En el estadio de la Universidad A&M de Texas, hay un cartel enorme que dice: «CASA DEL HOMBRE 12». Aunque los equipos pueden tener solo once jugadores en el campo, el Hombre 12 alude a los miles de alumnos que se quedan de pie durante todo el partido para alentar al equipo. Según la tradición, esto se remonta a 1992, cuando el entrenador llamó a un alumno de la tribuna para que se pusiera el uniforme y estuviera listo para reemplazar a un jugador lesionado. Aunque nunca entró a jugar, su presencia y disposición alentó enormemente al equipo.
Hebreos 11 describe a héroes de la fe que enfrentaron grandes pruebas y permanecieron fieles a Dios. Y el capítulo 12 comienza diciendo: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (v. 1).
No estamos solos en nuestro sendero de la fe. Santos destacados y personas comunes, fieles al Señor, nos alientan con su ejemplo y con su presencia en el cielo. Son como un Hombre 12 espiritual, de pie mientras nosotros seguimos en el campo.
Mientras ellos nos alientan, mantenemos la mirada en Jesús, «el autor y consumador de la fe» (12:2).
— david c. mccasland