HORARIO DE CULTO: Adoración, Alabanza y Predicación cada domingo a las 11:00 Tiempo de Oración y Devocional bíblico cada viernes a las 20:00 (19:00 Invierno) Reunión de Mujeres cada primer miércoles de mes a las 19:00 Reunión de Hombres cada primer miércoles de mes a las 19:00
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viernes, 25 de agosto de 2017
SOMOS AMADOS Y SALVOS
Meditaciones Margarita Burt
“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).
Lectura: Romanos 5:5-11.
Soy amado.
El Espíritu derrama el amor de Dios en mi corazón. Lo vivo. Lo noto, lo siento. Es la maravillosa sensación de sentirme amada por Dios. Somos amados y con este amor que hemos recibido, amamos a Dios y a los demás. Amamos con el amor de Dios que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones. Es un amor compasivo que me amó a mí cuando aún era pecadora: “Mas Dios mostro su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (v. 8). Con su amor podemos amar a pecadores, no importa cómo sea la persona. Cristo ama a delincuentes, a adúlteros, a niños desobedientes, a hijos rebeldes, y a todo el colectivo LGBTI, pero su amor no nos salva, somos salvos por su sangre. Aquellos no serán salvos hasta que no vengan a Él. De momento están bajo la ira de Dios: “Estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (v.9). Lo nuestro es un evangelio de amor y de sangre. Oh Padre, me amaste cuando era pecadora y me amas ahora que soy salva. Gracias por la sangre de Cristo y por tu salvación tan grande que transforma al pecador en santo. ¡Esto es glorioso!
Soy abundantemente salva.
“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (v. 9). “Mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (v. 10). “Mucho más” se repite dos veces. ¿Cómo podemos ser más salvos que salvos? Para nosotros la salvación es una cosa fija, pero para Pablo la salvación es también un proceso. “Salvación” es una palabra general que incluye la justificación y la santificación, como “verdura” incluye zanahorias y judías verdes. Hemos sido justificados (ahora); seremos salvos de la ira (futuro). Éramos enemigos de Dios en el pasado, hemos sido reconciliados en el presente y seremos salvos en el futuro. Éramos enemigos por nuestro pecado, hemos sido reconciliados por su sangre, y seremos salvos por su vida, esto es, por el proceso de la santificación que se realiza en nosotros por medio de su vida en nosotros por el Espíritu Santo. La justificación es la solución para nuestra vieja naturaleza y la regeneración es la solución para nuestra nueva naturaleza; la regeneración es la vida de Cristo en nosotros, o sea, su Espíritu en nosotros. El viejo hombre fue crucificado con Cristo, y hemos resucitado con Cristo a una nueva vida: somos salvos por su vida, por su resurrección, porque hemos resucitado con Él y hemos recibido su vida. Por lo tanto: “Nos gloriamos en Dios por el Señor Jesucristo, por quien hemos recibido la reconciliación” (v. 11). ¡Amen!
miércoles, 23 de agosto de 2017
UNA NUEVA ESCLAVITUD
Margarita burt, Meditaciones
“… y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:18).
Al enseñar la justificación por la fe y no por cumplir las obras de la ley, los oponentes de Pablo le acusan de enseñar “antinomianismo”, es decir, hacer caso omiso de la ley, creer que podemos vivir de cualquier manera. El capítulo 6 de Romanos es su respuesta a esta acusación. Pablo dice que, lejos de pecar todo lo que nos da la gana porque estamos bajo la gracia y no bajo la ley, estar bajo la gracia significa haber muerto al pecado. ¡Es absurdo vivir en el pecado cuando hemos muerto al pecado! Estar bajo la gracia forma parte de una nueva manera de vivir en la cual estamos totalmente identificados con Cristo. Hemos muerto con él y resucitado para vivir una nueva vida ya no esclavizados por el pecado: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (v. 6). El cristiano tiene que considerarse muerto al pecado: “Consideraos muertos al pecado” (v. 11). Su actitud es: “He muerto al pecado. No respondo a sus impulsos”.
Se considera muerto al pecado, y se disciplina para no pecar: “No permitan que el pecado controle la manera en que viven, no caigan ante los deseos pecaminosos. No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo por un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios” (v. 12, 13, NTV). El versículo 14 es la conclusión de la primera mitad de Romanos 6: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.
La segunda mitad es paralela. Pablo dice lo mismo otra vez: “¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?” (v. 15), que es paralelo al versículo 1: “¿Qué pues, diremos? ¿Perseveremos en el pecado para que la gracia abunde?”. En ambos casos Pablo contesta la pregunta: “De ninguna manera” (vs. 2, 15). En la segunda mitad del capítulo, Pablo dice que la libertad del pecado es incompatible con el cristianismo, porque ahora no somos esclavos del pecado, sino, todo lo contrario, esclavos de Dios (v. 16-23): “Libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (v.18). Antes, cedíamos nuestros cuerpos al servicio del pecado; ahora, los cedemos a la justicia. Cuando te cedes a alguna cosa, llegas a ser el esclavo de esta cosa (v. 16), si es el pecado, o si es la justicia. Solo hay dos estados: o bien eres esclavo del pecado, o bien eres esclavo de la justicia. No hay un estado neutral en que estás bajo tu propia jurisdicción, ni bajo la de Dios, ni la del diablo, ¡porque esta es la esencia del pecado, ser esclavo de ti mismo! “Sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia” (v. 16). Sus elecciones te hacen o bien un esclavo del uno, o bien del otro. La conversión es escoger obedecer a Dios.
Ahora que hemos escogido ser esclavos de Dios, tenemos dos beneficios: la santificación y la vida eterna: “Ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (v. 22). ¡Suspiro feliz!
lunes, 21 de agosto de 2017
EL CRISTIANO Y LA LEY (1)
Meditaciones Margarita Burt devocional
“¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?” (Romanos 7:1).
Lectura: Romanos 7
Una simple lectura de Romanos 7 nos deja con más preguntas que las que teníamos antes de leerlo. ¿Cómo se interpreta? ¿Quién es esta persona frustrada? ¿Es creyente? Si lo es, ¿es un creyente normal, o inmaduro, o descarriado? Hay diferentes escuelas de santidad con diferentes respuestas. No podemos acercarnos a las Escrituras con nuestras ideas preestablecidas para obligarlas a decir lo que queremos que digan, sino para escuchar lo que ellas dicen. Para interpretar este pasaje, hemos de situarlo en su contexto. En este capítulo, Pablo está hablando de la ley en los propósitos de Dios. La expresión “la ley” sale catorce veces en los versículos 1-14, una vez en cada versículo, y treinta y cinco veces desde 7:1-8:4. La pregunta que Pablo está contestando es: ¿Qué lugar tiene la ley en la vida del cristiano ahora que vino Cristo y nos puso bajo la gracia?
Para entender el contexto de este capítulo hemos de hacer un breve repaso de lo que Pablo ha dicho acerca de la ley hasta ahora: Nadie la cumple; no es el camino de la salvación, sino revela el pecado (3:20), condena (3:19), defina el pecado como transgresión cuya incumplimiento acarrea castigo (4:15); de hecho, aumentó la transgresión (5:20). Por lo tanto, la justificación no se logra por cumplir la ley (1:17; 3:21), sino por la fe en Cristo (3:27). La fe en Cristo confirma la ley y la pone en su lugar debido (3:21). Abraham es una ilustración de la persona justificada, no por la ley, sino por la fe (4:13ss). La promesa, la fe y la gracia son incompatibles con la ley. Hasta ahora, todo lo que Pablo ha dicho acerca de la ley es negativo. La ley revela el pecado, no la salvación. Promueve la ira de Dios, no la gracia. Los cristianos no están bajo la ley sino bajo la gracia (6:14). Toda esta información sirve como trampolín para introducirnos en Romanos 7.
Para los judíos, esto tenía que haberles sonado como antinomianismo, la abolición de la ley. Ellos la amaban y se deleitaban en ella (ver el Salmo 119). Pero ellos no son los únicos que no entienden el lugar de la ley. Los hay hoy día que promueven una nueva moralidad y parecen los “sin ley” del siglo XXI. Su posición es que la ley no tiene ningún lugar en la vida cristiana, que lo único que importa es el amor. Citan Romanos 6:14 (“no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”) fuera de su contexto para justificar su postura. ¿Qué, pues, quiso Pablo decir cuando dijo que ya no estamos bajo la ley? Para efectos de la justificación no estamos bajo la ley sino bajo la gracia; y para la santificación no estamos bajo la ley sino bajo la guía del Espíritu. Pero la ley moral sigue siendo una revelación de la voluntad de Dios. El Señor espera que su pueblo viva una vida de justicia y amor (8:4; 13:8, 10). Hay tres posibles actitudes hacia la ley: el legalismo, el anularla (el “sin ley”), y el libre cumplimiento de la ley. Las dos primeras son las malas y el tercero la buena. (1) Los legalistas viven esclavizados a la ley. Piensan que su relación con Dios depende del cumplimiento de la ley. Procuran la justificación y la santificación por medio de ella. (2) Los libertinos (los que la anulan), van al otro extremo. Odian la ley. Han convertido la libertad en licencia. (3) Los que aceptan el libre cumplimiento de la ley se deleitan en ella, pero reconocen que solo con la ayuda del Espíritu Santo pueden cumplirla.
miércoles, 2 de agosto de 2017
EL UNIVERSALISMO
Meditaciones Margarita Burt devocional,
Margarita Burt, Meditaciones
“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombre la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18, 19). Lectura Romanos 517-19. No podemos dejar Romanos 5 sin aclarar un punto. Algunos han interpretado mal estos versículos enseñando que, así como el pecado de Adán trajo la condenación a todos los hombres sin excepción, la justicia de Cristo trajo la salvación a todos los hombres. Esta teología liberal se llama el universalismo. Es la enseñanza que todo el mundo será salvo por la muerte de Cristo. El comentarista John Stott contesta a los universalistas diciendo que “todo” no siempre tiene un valor absoluto que nunca puede admitir limitación alguna. Cita el relato de Pentecostés como botón de muestra: “En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” (Hechos 2:17). “Toda” no significa a todo ser humano individual en el mundo, sino gente de todas las categorías, todas las naciones, edades y estratos sociales y de ambos sexos”. No es “todos sin excepción”, sino “todos sin discriminación”. Aquí en Romanos 5 “todos” no son absolutamente todos, y eso, por varios motivos. Estamos en Adán por nacimiento, pero en Cristo solo por el nuevo nacimiento y por la fe. Todos estamos en Adán, pero no todos estamos en Cristo. Es más, Pablo lo aclara en Romanos 5:17 donde especifica que los que “reinarán en vida” por medio de Cristo son “los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia”. Además, Pablo enseña reiteradas veces en el libro de Romanos que la justificación es por la fe individual de cada uno que cree (1:16s; 3:21ss; 4:1ss). Pablo también enseña claramente en este libro que la ira de Dios caerá sobre los que persisten en el pecado y que ellos perecerán (2:12). Todas estas pruebas contestan rotundamente a los universalistas. No obstante, cuando veamos el resultado completo de la obra de Cristo, el número de los salvos por la gracia de Dios serán muchísimos, un número incontable: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones, y tribus y pueblo y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos” (Ap. 7:9). La obra de Cristo es mucho más efectiva que la obra de Adán: “la gracia de Dios fluirá con más abundantes bendiciones que las consecuencias del pecado de Adán”. La obra de Cristo es superior a la de Adán no solamente porque el auto-sacrificio es superior al egoísmo, sino también porque las consecuencias gloriosas de la obra de Cristo son mayores que la destrucción causado por Adán. Las bendiciones de la obra de Cristo afectarán no solo a la raza humana, sino también a los animales, la naturaleza, al universo creado, y también a los seres celestiales. Introducirá un nuevo orden, cielos nuevos y tierra nueva, y una nueva raza de hombres redimidos por su sangre. Todo esto será superlativo, más allá de nuestra capacidad de expresarlo. Entonces cantaremos eternamente los triunfos de la Cruz.
Meditaciones Margarita Burt devocional,
Margarita Burt, Meditaciones
“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombre la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18, 19). Lectura Romanos 517-19. No podemos dejar Romanos 5 sin aclarar un punto. Algunos han interpretado mal estos versículos enseñando que, así como el pecado de Adán trajo la condenación a todos los hombres sin excepción, la justicia de Cristo trajo la salvación a todos los hombres. Esta teología liberal se llama el universalismo. Es la enseñanza que todo el mundo será salvo por la muerte de Cristo. El comentarista John Stott contesta a los universalistas diciendo que “todo” no siempre tiene un valor absoluto que nunca puede admitir limitación alguna. Cita el relato de Pentecostés como botón de muestra: “En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne” (Hechos 2:17). “Toda” no significa a todo ser humano individual en el mundo, sino gente de todas las categorías, todas las naciones, edades y estratos sociales y de ambos sexos”. No es “todos sin excepción”, sino “todos sin discriminación”. Aquí en Romanos 5 “todos” no son absolutamente todos, y eso, por varios motivos. Estamos en Adán por nacimiento, pero en Cristo solo por el nuevo nacimiento y por la fe. Todos estamos en Adán, pero no todos estamos en Cristo. Es más, Pablo lo aclara en Romanos 5:17 donde especifica que los que “reinarán en vida” por medio de Cristo son “los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia”. Además, Pablo enseña reiteradas veces en el libro de Romanos que la justificación es por la fe individual de cada uno que cree (1:16s; 3:21ss; 4:1ss). Pablo también enseña claramente en este libro que la ira de Dios caerá sobre los que persisten en el pecado y que ellos perecerán (2:12). Todas estas pruebas contestan rotundamente a los universalistas. No obstante, cuando veamos el resultado completo de la obra de Cristo, el número de los salvos por la gracia de Dios serán muchísimos, un número incontable: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones, y tribus y pueblo y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos” (Ap. 7:9). La obra de Cristo es mucho más efectiva que la obra de Adán: “la gracia de Dios fluirá con más abundantes bendiciones que las consecuencias del pecado de Adán”. La obra de Cristo es superior a la de Adán no solamente porque el auto-sacrificio es superior al egoísmo, sino también porque las consecuencias gloriosas de la obra de Cristo son mayores que la destrucción causado por Adán. Las bendiciones de la obra de Cristo afectarán no solo a la raza humana, sino también a los animales, la naturaleza, al universo creado, y también a los seres celestiales. Introducirá un nuevo orden, cielos nuevos y tierra nueva, y una nueva raza de hombres redimidos por su sangre. Todo esto será superlativo, más allá de nuestra capacidad de expresarlo. Entonces cantaremos eternamente los triunfos de la Cruz.
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