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miércoles, 28 de marzo de 2018

Mira y calla

2018-03-28
La Biblia en un año: Jueces 4–6; Lucas 4:31-44
… Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido… (Lamentaciones 1:12).
En la canción Míralo, el compositor mexicano Rubén Sotelo describe a Jesús en la cruz. Nos invita a mirarlo y estar callados, porque, en realidad, no hay nada que decir frente a la clase de amor que Él demostró allí. Por fe, podemos imaginar la escena descrita en los Evangelios: la cruz y la sangre, los clavos y el dolor.
Cuando Jesús exhaló su último aliento, «los que estaban presentes en este espectáculo […] se volvían golpeándose el pecho» (Lucas 23:48). Otros «estaban lejos mirando» (v. 49). Miraban y estaban callados. Sólo uno, el centurión, habló: «Verdaderamente este hombre era justo» (v. 47).
Canciones y poesías se han escrito para describir este gran amor. Muchos años antes, Jeremías escribió sobre el dolor de Jerusalén tras su devastación: «¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?» (Lamentaciones 1:12). Pensaba que no había mayor sufrimiento que ese. Pero ¿hubo alguna vez un sufrimiento como el de Jesús?
Todos pasamos por el sendero de la cruz. ¿Miraremos y veremos el amor de Cristo? Que en esta Pascua, cuando las palabras y los poemas no alcanzan para expresar nuestra gratitud y describir el amor de Dios, apartemos un momento para reflexionar en la muerte de Jesús; y en el silencio de nuestros corazones, expresémosle con susurros nuestra más profunda devoción. — Keila Ochoa

sábado, 17 de marzo de 2018

Susurros de aliento

2018-03-17
La Biblia en un año: Deuteronomio 30–31; Marcos 15:1-25
… que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación… (v. 29 NVI).
El joven se movía nervioso mientras esperaba que saliera su vuelo. Sus ojos iban de una ventanilla a otra del avión. Cerró los ojos y respiró profundo, tratando de calmarse… pero no funcionó. Cuando el avión despegó, no dejaba de moverse. Una señora mayor, del otro lado del pasillo, le puso la mano en el brazo y empezó a conversar con él para distraerlo. «¿Cómo te llamas?», «¿De dónde eres?», y «No va a pasar nada» fueron algunas de las cosas que le susurró. Ella podría haberse enojado o haberlo ignorado, pero prefirió tocarlo y conversar. Cosas simples. Tres horas después, cuando aterrizaron, él dijo: «Muchísimas gracias por ayudarme».
No es fácil encontrar muestras de sensibilidad tan hermosas como esa. Para muchos, la bondad no surge naturalmente, sino que nuestro mayor interés somos nosotros mismos. Pero, cuando el apóstol Pablo exhortó: «sed benignos unos con otros, misericordiosos» (Efesios 4:32), no estaba diciendo que todo depende de nosotros. Tras tener una vida nueva por la fe en Jesús, el Espíritu comienza a transformarnos. La bondad es una obra constante del Espíritu que renueva nuestros pensamientos y actitudes (v. 23)
El Dios de compasión obra en nosotros, lo que nos permite impactar la vida de otros, susurrándoles palabras de aliento. — Anne Cetas

Señor, ayúdame a alentar a alguien hoy.